Imagina que luego de tantos años
él se fue. Por fin.
Después de tantos maltratos, mentiras,
engaños y cinismo te decidiste a echarlo de la casa. Era lo correcto, no podías
seguir cargando con la desesperanza de un futuro incierto para ti y tus hijos.
No más.
Te dedicaste entonces a limpiar
la casa. No sólo estaba sucia, sino descuidada, destruida... y no era tuya, debías pagar la renta cada mes
para que no te echaran con todo y tus hijos.
Desde ese día, te levantaste
todas las mañanas con ahínco y esperanza a limpiar, a reconstruir todo lo que
él había destrozado.
Además, te dejó deudas enormes,
impagables. Al tiempo que reconstruías tu hogar, te dedicaste a administrar lo
poco que te sobraba. Tomaste buenas decisiones, pagaste a tus acreedores y además
hiciste un colchoncito.
Tus hijos volvieron a sonreír. La
casa comenzaba a verse mejor, más limpia. Además había tranquilidad, él ya no estaba
para reprimirlos siempre que querían expresar sus pensamientos e ideas.
Tus hijos regresaron a la
escuela, no solo porque ahora, con tus finanzas sanas, podías enviarlos con
ropa decente y con algo para comer, sino porque además recibían una beca para
ello.
Al más pequeño pudiste llevarlo a
una guardería segura. Entonces pusiste tu propio negocio, ahora tenías tiempo
para atenderlo. Lo lograste con un crédito y tus ahorros.
Compraste tu primer auto nuevo,
también a crédito, con la seguridad de que tu negocio iba creciendo y que, en
caso de alguna eventualidad grande, podrías hacerle frente económicamente.
Dejaste de extrañarlo. De pronto
viste que las cosas podrían ser diferentes. Que no era normal que te sobajaran,
que te corrompieran, que abusaran de ti.
Tú rostro también se transformó,
se llenó con una hermosa sonrisa. La seguridad volvió a ti misma.
En poco tiempo lograste dar un
enganche para una casa nueva. Sí, una casa nueva en la que no hubiera más
recuerdos de él. Compraste muebles y una computadora con internet para tus
hijos. Ellos estaban felices.
Por fin tenías algo propio, un
patrimonio para heredarles.
Pero hace unos días él
reapareció.
Te jura que es un hombre nuevo y que
ya no hace las cosas que hacía antes. Te asegura que hoy sí cuidará de ti y de
tus hijos y que no solo cuidará lo que con tanto esfuerzo has construido, sino
que lo hará crecer… ¿le vas a permitir que te maltrate otra vez?
El regreso del “nuevo PRI”. Ni un voto al PRI.